viernes, 22 de febrero de 2013

RECONOCIMIENTO DE LAS CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE PERSONAS DEPENDIENTES EN INSTITUCIONES.

Conceptos fundamentales:

Ciclo vital: Desarrollo progresivo de las etapas que van desde el nacimiento hasta la muerte, pasando, lógicamente, por las etapas de niñez, adolescencia, adultez y ancianidad, que son en las que se va forjando la personalidad (por factores genéticos y ambientales), con sus características psicológicas inherentes.

Conducta: La conducta es una “respuesta” bien innata, bien aprendida, que emite el organismo como consecuencia de demandas estimulares o situacionales. Se puede descomponer a tres niveles: a) cognitivo (conducta de pensar o imaginar, por ejemplo), b): psico-fisiológico: lo que sentimos (palpitaciones, emociones, enfados, irritabilidad, indignación, somatizaciones, etc.; y c) motor (lo que hacemos): llorar, reír, andar, beber, vestirse, etc. 

Procesos Cognitivos: Llamamos procesos cognitivos a todos aquellos factores de procesamiento y almacenamiento de la información en la memoria de nuestro cerebro, y que entra a través de nuestros sentidos al percibir la realidad. (Si estudiamos, por ejemplo, la información que adquirimos y luego recuperamos a la hora de realizar un examen).

Motivación: Se suelen dar fases de apatía (sin llegar a ser depresión), desinterés, rechazo de contactos sociales y una reducción significativa en las actividades. Es decir, el anciano ya no desea emprender nuevas actividades, alegando en la mayoría de los casos: “no querer”.

Emociones y sus alteraciones: las emociones patológicas más prevalentes en población general y en Geriatría en particular, son la depresión y la ansiedad. La primera puede ser consecuente con la pérdida de reforzadores propia de esta franja de edad; la segunda, en respuesta a estímulos estresores cotidianos por ejemplo, o por trastornos previos, como la ansiedad generalizada, agorafobia, pánico, obsesiones, etc.

El proceso de envejecimiento:
            El proceso de envejecimiento supone un propio proceso dinámico que se inicia en el mismo momento en que nacemos y que se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida. No se produce por azar ni por igual en todas las personas. Ni siquiera, los distintos componentes de su organismo en una misma persona, envejecen a la misma velocidad.
            También se ve influenciado el proceso de envejecer por el modo o tipo de vida que ha llevado la persona, que será la que determine en última instancia su estado de salud debido a los factores de riesgo, ambientales y de otro tipo, a los que haya estado sometido a lo largo de período vital.
El proceso propio de envejecimiento implica un conjunto de patologías entre las que se encuentran:
a)    Algunas enfermedades muy raras, específicas o ausentes en edades anteriores o previas, (como por ejemplo: diabetes Tipo II, incontinencia urinaria, problemas de próstata en varones, de los órganos de los sentidos, ojos y oídos, sobre todo, etc.).
b)    Otras enfermedades más frecuentes que en períodos previos de la vida y cuya aparición se ve facilitada por los cambios que han ocurrido en su organismo (infecciones, neoplasias o tumores malignos, etc.).
c)    Problemas específicos de las personas mayores o geriátricas,  conocidos como síndromes geriátricos, (inmovilizaciones, fracturas de cadera y/o otros huesos, etc.).
d)    Con mucha más frecuencia hay co-ocurrencia, co-morbilidad o solapamiento de síntomas de más de una enfermedad; influyendo sobremanera los factores psicológicos (actitud ante la vida/muerte, deterioro mental, etc.), así como problemas de tipo social (económicos, soledad, etc.).
e)    La persona mayor o anciana se siente –y en realidad- es más vulnerable a todo tipo de agresión, sea física o verbal, ya que sus mecanismos de afrontamiento o de defensa, están más limitados por la edad.

            La edad afectiva de una persona puede establecerse teniendo en cuenta cuatro tipos de factores, a saber:
  • Edad Cronológica: simplemente es el número de años transcurridos desde el momento en el que nacemos.
  • Edad Biológica: es la que está determinada por el estado funcional del propio organismo.
  • Edad Psicológica: es la edad que representa el funcionamiento del individuo en cuanto a sus competencias cognitivas y conductuales así como su nivel de adaptación.
  • Edad Social: implica el establecimiento del papel individual que debe desempeñar en la sociedad en la que el individuo de desenvuelve.

Enfermedad y convalecencia: cambios bio-psico-sociales:
            Durante el proceso de envejecer se van produciendo unos cambios considerados “normales”. Estos cambios del envejecimiento los podemos objetivar desde tres puntos de vista:
1º) Cambios biológicos: a) como modificaciones en el aspecto externo: piel, cabello, uñas, etc.); b) modificaciones del sistema músculo-esquelético (o aparato locomotor): patologías óseas, cambios posturales, inflamación en músculos y/o articulaciones y, c) modificaciones en el sistema circulación cardíaca; del aparato digestivo; problemas neumológicos o del aparato respiratorio, del sistema genito-urinario, del sistema inmunitario, así como del Sistema Nervioso y de los órganos de los sentidos.
2º) Cambios Psíquicos o Psicológicos: Se producen cambios en las capacidades intelectuales sobre todo (pérdida de capacidad para resolver problemas, que influyen en la capacidad de aprendizaje, reducción de la eficiencia en la inteligencia, etc. Del mismo modo, se produce un déficit de rapidez y espontaneidad en los procesos de pensamiento; una disminución de la atención y de la capacidad de concentración; la memoria, también se ve afectada, especialmente resulta difícil recordar sucesos nuevos, pero no sucede así con los hechos pasados.
3º) Cambios en la Personalidad: a medida que aumenta la edad, se van acentuando rasgos de carácter, pero no aparecen cambios sustanciales de comportamiento. Se produce una disminución (eso sí), de la capacidad de adaptación especialmente cuando la causa es el miedo ante las situaciones desconocidas o la incertidumbre; por lo que el anciano desea ante todo un entorno estable y familiar (conocido), que le ofrezca seguridad.
4º) Cambios Sociales: Se pasa lógicamente, de ser productivo a nivel socia/laboral a ser improductivo o jubilado/a; con lo que se acusan cambios en los roles tanto individuales, como comunitarios.



Incidencia de los cambios bio-psico-sociales en la Calidad de Vida:
             Cuando hablamos de Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS), uno de los problemas principales que plantean los cambios sociales, es la soledad a la que se ve enfrentado el anciano; debida a la pérdida de su cónyuge, por ejemplo, o a la de hijos o familiares allegados. Este hecho conlleva una situación de aislamiento afectivo, a lo que se le une sentimientos de aburrimiento, inutilidad, desarraigo, abandono, etc.
            En cuanto a los cambios bio-psicológicos, muchos de ellos están relacionados con las transformaciones propias del proceso de envejecimiento. El retraimiento social, puede estar asociado a trastornos psicomotores que se agravan en esta franja de edad o etapa de la vida.
            Cambia el Sistema Nervioso Central (SNC) y periférico (SNP), así como el aparato locomotor, dificultando la marcha y haciendo que los desplazamientos sean cada vez más embarazosos o dificultosos; aspecto que favorece a su vez el sedentarismo que trae consigo que las relaciones sociales se vean más limitadas.
            Asimismo se producen cambios importantes a nivel intelectual, en el área de la memoria y el lenguaje, así como del pensamiento. También acontece un deterioro progresivo en las funciones sensoriales (oído, vista, olfato, gusto y tacto), en el caso de los dos primeros, afectando o dificultando, consecuentemente la comunicación, ese aspecto tan importante.

Evolución del entorno socio afectivo y de la sexualidad de la persona mayor.-
            La sexualidad engloba no sólo, aspectos físicos sino también sociales y mentales que constituyen una parte importante del auto concepto de la persona.
            No hay pruebas de que el envejecimiento por sí mismo produzca una disminución del interés sexual, lo que se produce es un cambio en la forma de experimentar y disfrutar del sexo.
            La sexualidad implica aspectos físicos y emocionales que pueden interferir para que el disfrute de las relaciones sexuales disminuya, sobre todo en el anciano.
            Atribuir cualquier problema que surja en las relaciones sexuales al hecho de “ser mayor” (causa interna, estable y global) favorece la percepción de falta de control y desemboca en que la persona no haga esfuerzos por buscar soluciones.
            En el caso de las mujeres en la etapa de la vejez, los cambios físicos debidos a la edad pueden hacerles sentir que son menos atractivas para el sexo opuesto, lo que les puede llevar a dudar antes de expresar su interés sexual, cuando las mujeres se preocupan por sus cambios de apariencia a medida que va envejeciendo puede pensar que resulta menos atractiva al sexo opuesto lo que le lleva a inhibirse a la hora de arreglarse, de emitir conductas de seducción, etc, este tipo de conductas favorece las expectativas de las mujeres en el tema del sexo, a través del mecanismo conocido como “profecía auto-cumplida”.
            En los hombres la excesiva preocupación por la posibilidad de volverse impotente, puede causarles un estrés suficiente que conlleve problemas de erección.
            No podemos olvidar la actitud negativa que presenta la sociedad frente a la actividad sexual en la vejez, lo que produce un grado alto de insatisfacción y frustración que les lleva a reprimir en numerosos casos sus impulsos sexuales.
            Por eso hay que entender la sexualidad en sentido amplio incluyendo en ella las relaciones socio afectivas, para afirmar que continua durante toda la vida aunque varíen la intensidad psicológica y la posibilidad de coito en la relación.

Necesidades especiales de atención y apoyo integral.-

            El anciano necesita una atención especial y un apoyo integral que podemos prestar utilizando las siguientes pautas:
            Favorecer la comunicación y el intercambio de opiniones sobre los temas que sean de su preocupación: tema de la sexualidad, entre otros,
            Favorecer información  sobre los cambios normales que ocurren durante el envejecimiento: cambios fisiológicos y psicológicos.
            Favorecer la creación de redes sociales adecuadas para ellos dentro de la institución que les permitan satisfacer sus necesidades de afecto, sobre todo en aquellos que dispongan de poco apoyo familiar o experimenten situaciones de soledad muy acuciantes.
            Facilitando que se reconcilien con los cambios físicos experimentados en sus cuerpos, cambio los estándares de belleza de la juventud por nuevos estándares más realistas, basados en la comunicación, afecto e intimidad.
            Promocionar la salud estableciendo hábitos de vida saludables que incluyan, ejercicio físico y buena alimentación para mantener un estado físico y mental lo mas óptimo posible.


Características y necesidades en enfermedad y convalecencia.-
            A diferencia de pacientes jóvenes en  el anciano confluyen factores bio -psico- sociales que alteran el proceso de reconocimiento de una enfermedad. Por lo que no hay que esperar a que el anciano consulte por síntomas típicos de una enfermedad para sospechar que existe.
            La dificultad para reconocer la presencia en el anciano de alguna enfermedad se debe a tres factores:
            a.- La aceptación de la enfermedad  como algo propio del envejecimiento.
            b.- La forma atípica en que se manifiestan las disfunciones.
            c.- La existencia de múltiples patologías concomitantes.
Al mismo tiempo, el anciano tiene sus reservas orgánicas disminuidas, por lo que su capacidad de adaptación y los mecanismos compensadores para los cambios que supone la enfermedad, están menoscabados. La incidencia de enfermedades en esta etapa de la vida es muy alta.
            En número más elevado que en los jóvenes, el paciente anciano padece una serie de complicaciones que a veces adquieren más importancia que la enfermedad desencadenante, desembocando en ocasiones en cronicidad, invalidez o muerte.
            Algunas de estas son: deshidratación que puede ocasionar isquemia cerebral, shock, insuficiencia renal, incontinencia fecal y/o urinaria, que genera escaras y sepsis. Inmovilidad, que puede producir rigidez articular, escaras por decúbito, trombosis venosa, neumonía, depresión. Dependencia física, deprime al anciano y produce trastornos en su entorno.
            La enfermedad somática, capacidad funcional, problemática social y mental serán tenidos en cuenta a la hora de implantar tratamiento para que este aumente las posibilidades de éxito.
            La evaluación del anciano debe ser dinámica y actualizarla periódicamente para adaptar la terapéutica a los cambios que se produzcan en la evolución de la enfermedad.
Discapacidades en las personas dependientes.-
            Concepto:
             Se considera discapacidad toda restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para cualquier ser humano.
            Clasificación y etiologías frecuentes:
            Existen discapacidades en el anciano tanto a nivel físico como intelectual que no pueden catalogarse estrictamente como enfermedades en sentido estricto.
            Entre ellas se encuentran las siguientes:
-       Presbicia: hipermetropía adquirida por envejecimiento.
-       Presbiacusia: dureza de oído.
-       Hipoacusia: Déficit de audición.
-       Rigidez articular: falta de movimiento en las articulaciones.
-       Enlentecimiento psico-motor.
-       Olvidos benignos.
-       Disminución del rendimiento intelectual, etc.
            Los ancianos constituyen el grupo con mayor grado de discapacidad (OMS, 1997) aumentando ésta con la edad.
            La incapacidad del anciano tiene enormes influencias de los factores social y económico de que disponga.
            En cuanto a enfermedades, las más incapacitantes según una clasificación de Wonca son:
            1º) Aparato locomotor y tejido conectivo.
            2º) SNC y órganos de los sentidos.
            3º) Aparato cardio- circulatorio.
            4º) Aparato respiratorio.

            Existen índices para medir las discapacidades, entre ellos se encuentran:
a)    Índice de Deterioro Senil” (IDS) como indicador de la capacidad funcional, intelectual, física y social del anciano. En éste índice influye aparte de la edad cronológica, el deterioro progresivo asociado a la edad, el estado de salud general, el mantenimiento de la capacidad intelectual y de la estimulación ambiental.
b)    Índice de Barthel (IB) es una medida genérica que mide  el nivel de independencia del paciente en relación a actividades básicas de la vida diaria (AVD), mediante la cual se asignan diferentes puntuaciones según la capacidad del sujeto al que se examina para llevar a cabo dichas actividades.

Calidad de vida, apoyo y autodeterminación de las personas con discapacidad.-
            La calidad de vida se puede definir como una sucesión de hechos cuya consecuencia es un sentimiento de satisfacción o felicidad con la vida y consigo mismo.
            Algunos autores hablan de unas áreas fundamentales a la hora de analizar la calidad de vida entre ellas se encuentran: Salud subjetiva, autonomía, actividad, satisfacción social, apoyo social, etc.
            En los ancianos con discapacidad institucionalizados evaluar la calidad de vida requiere medir varios componentes: físico, psíquico, funcional, consumo de fármacos, soporte social, autovaloración, ausencia de dolor y situación financiera.
            Según estudios realizados lo que más les preocupa es el estado de salud, las situaciones de soledad y el aspecto económico.
            La calidad de vida aplicada al anciano, debe estudiar aspectos tales, como el estado de salud, el funcional, la incapacidad y los factores de riesgo que puedan existir, para que exista un envejecimiento exitoso o envejecimiento activo que es el “proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002). El término “activo” se relaciona no sólo con la capacidad para la actividad física, sino también con la participación económica, cultural, espiritual y cívica.

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